lunes, 13 de junio de 2011

Fases de la adolescencia


Martín y Madrid dividen a la adolescencia en tres períodos, los que no están separados claramente e incluso habitualmente se superponen. Pero esta subdivisión nos permite observar, clasificar y ordenar el material evolutivo.

 

Estas etapas son:

1. La pubertad ó primera adolescencia (10 a 14 años).

La pubescencia consiste en aquellas transformaciones anatómicas y fisiológicas que llevan al individuo a la transformación adulta. En la niña, la menarca y en el niño, la primera polución son los signos físicos que, junto a la aparición del vello corporal y pubiano y a la depositación de las grasas en distintas zonas, indican que el proceso de cambio está instalado. Es importante señalar la necesidad de informar y preparar a los jóvenes por anticipado de estos cambios, a los efectos de atenuar el impacto de los mismos, como así también de desmitificar las viejas ideas que asociaban la menstruación con la idea de enfermedad e impureza.

Se caracteriza por:

* La polarización de los impulsos, que son comandados por lo genital y los cambios en los caracteres sexuales secundarios.

* La reorganización emocional dentro de un profundo caos.

* Los intentos repetidos de separación de los objetos primarios de amor ( padres y familia) con sus correspondientes procesos de duelos.

* Una cantidad de libido flotante, que no tiene dónde dirigirse

* Un intento de organización psíquica a través de los mecanismos de defensa del Yo, alternado con momentos de confusión y desorientación

Los cambios biológicos son tan abrumadores y la inundación emocional es tan intensa, que habitualmente uno de los mecanismos de defensa en esta etapa es el ensimismamiento, como reacción ante el peligro fantaseado de los cambios que lo descolocan.

2. La adolescencia media (14 a 16-17 años).

Incitados por los cambios biológicos, en este momento, la mayoría de los adolescentes dan un paso decisivo hacia la heterosexualidad, inicialmente muy difusa y promiscua.

Si en la pubertad el acento está puesto en el irrumpir de los procesos biológicos, en esta etapa el énfasis está en lo psíquico, en lo emocional y afectivo, en el mundo de las ideas y los valores éticos e intelectuales.

Se produce la renuncia decisiva e irreversible de la figura del padre del sexo opuesto como objeto incestuoso; el corte y la discriminación de ambos como modelos y la autoconcentración y el descubrimiento de experiencias internas, entre las que pueden aparecer sentimientos de mística o procesos de militancia política ideológicos.

Es la búsqueda de la propia identidad, con todas las restructuraciones y desprendimientos que implica. También con todas las marchas y contramarchas que suponen el atravesar etapas decisivas y la toma de decisiones importantes.

Esta identidad nueva del sentir, pensar y actuar por sí mismo se distanciará mucho del mundo adulto conocido, y buscará apoyo y comprensión en otros. Especialmente en sus pares, lo que dará origen al fenómeno grupal típico de la adolescencia, como es la uniformidad de estilos desde las vestimentas, las modas y modismos característicos y exclusivos.

En lo sexual el signo patognómico es el pasaje del autoerotismo a la heterosexualidad ( o la homosexualidad), fenómeno que habitualmente se da entre individuos del mismo grupo o barra. Eligen dentro de sus grupos de pertenencia, ya que aún no se animan a salir al extragrupo para buscar pareja. El miedo más grande a lo desconocido puede expresarse con conductas homosexuales, que significa un autoencierro a nivel grupal y la imposibilidad de pasar a la complementación de la diferencia. No debemos confundir estas confusiones de la identidad sexual con actos homosexuales de exploración con homosexualidad propiamente dicha.

3. La adolescencia resolutiva (desde los 16 años)

Si el adolescente ha transitado normalmente las etapas anteriores, en esta fase se encuentra en condiciones de afrontar sus grandes opciones.

Sus elecciones más importantes son la vocacional y la afectiva. La profesional está íntimamente relacionada con la inserción en el mundo y la afectiva está ligada con la intimidad y la sexualidad.

Para poder acceder a estas elecciones es necesario consolidar una personalidad, una estructura psíquica estable, serena, con capacidad de opción, no quedar atrapado en miedos y una vez hechas las opciones, asumir con responsabilidad lo elegido, renunciando maduramente a todas las otras opciones que se han desechado.

Es necesario un nivel mínimo de autoestima y autoconfianza básicos para sustentar estas elecciones, que serán decisivas por el resto de sus vidas.

Como es de suponer, este proceso no es simple, ya que en la actualidad existen grandes dificultades para lograr esa madurez afectiva.

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